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Regalar sueños en un campo de fútbol

Para Jorge el fútbol no ha sido solo un juego. Ha sido su vida y sin importarle que fuera su única forma de ganársela lo tomó para crear fantasías que encantaron a cuantos vieron sus genialidades en la calle o en estadios repletos.

Con 61 años patea la pelota con maestría, aunque los regates, la velocidad y el cambio de ritmo en plena carrera hayan quedado atrás, pero viven en la memoria de rivales, compañeros o aficionados al fútbol que agregan datos hasta llevarlo a leyendas que han inspirado a artistas y escritores.

Desde niño Jorge, apodado “el Mago” y luego “Mágico”, González solo quiso jugarlo en las calles de su barrio, en canchas sin grama con sus amigos y con sus hermanos en la populosa colonia Luz al sur de San Salvador.

Jorge 01

Encantó a los aficionados, también a cronistas, dirigentes y a quien se le puso enfrente con su magia deportiva, su don de persona, su humanismo y ante todo la sencillez.

Por eso varios han escrito libros sobre su vida, al menos una obra de teatro y varias canciones en su honor. Todo en base a algunos hechos que se ven en viejas cintas de televisión, cuentos, imaginaciones y anécdotas de amigos y de quienes le vieron jugar.

Uno de los últimos atraídos por sus genialidades es el italiano Marco Marsullo quien acaba de editar la novela “Mágico González, el genio que quería divertirse” en el que dice que es un personaje que hacía lo mismo con el balón que con la noche, pues de ambos encontraba el camino para dominarlos: el balón “sobre el césped” hacia la portería contraria y la noche cuando “al caer el sol, la misión era no dormir”.

Pedro Zuazua escribió en el diario El País sobre el veterano futbolista al presentar el libro de Marsullo y del cual acota: “Dicen que no bebía mucho. Que no se drogaba. Que le gustaba la música. Y cantar. El flamenco… Que salía sin plan porque le gustaba la improvisación. Como cuando hay que regatear a un rival” y no le adivinaba el quiebre hasta que quedaba atrás o tendido en el campo de juego.

La novela mezcla hechos reales y fantasías del autor, así como muchas anécdotas que le contaron en los bares de Cádiz.

Jorge 02

Mágico apasionaba a sus seguidores en España en donde sus gestas se transmiten oralmente y mutan con el tiempo. “Ha llegado a revolucionar partidos que nunca existieron”, según el relato novelesco.

En el libro de 120 páginas Marsullo asegura que “San Salvador es una ciudad tan grande como una ballena. Y dentro de su tripa hay un taxi en perpetuo movimiento conducido por un hombre de voz grave y rizos canosos, un tal Jorge González, que en su vida anterior se dedicaba a regalar sueños en un campo de fútbol”.

El mejor futbolista de El Salvador, un genio olvidado por muchos y admirado por otros, fue un jugador fuera de serie, pero la indisciplina redujeron sus oportunidades de jugar en equipos como el Barcelona o el Paris Saint Germain, aunque él no lo resiente y solo dice que nació para ser quien es y lo que ha hecho le ha divertido.

Luego del mundial de 1982 en España, pese a que la selecta sufrió la derrota más abultada en la historia de esos torneos, los ojos del mundo fueron al dorsal 11 del equipo nacional y los clubes más ricos de Europa lo querían en sus filas pero escogió al modesto Cádiz.

“La paga era decente, podía comprarme todas las raciones de calamares que quisiera”, habría dicho Jorge y para quien todas las noches eran una fiesta al son de la voz de su amigo Camarón de la Isla, dice Marsullo, nacido en Nápoles en 1985 y un apasionado del calcio italiano, ha escrito para el periódico La Gazzetta dello Sport y tuvo un afortunado debut literario en 2013 con el libro Atletico Minaccia Football Club.

El Mágico Gonzalez

Algunos aseguran que Jorge ha sido un fiestero, mujeriego, fumador y dormilón durante los ocho años que estuvo en Cádiz, en donde no le olvidan y cada vez que pueden le rinden homenajes.

Otros le atribuyen que dijo “tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme".

Y es verdad que le divierte el fútbol, fui testigo de eso cuando desde finales de los 90 hasta 2008, jugábamos las tardes de viernes con el equipo de Prensa Deportiva en la canchas exteriores o la interior del “Monumental Estadio Cuscatlán” de San Salvador y siempre estaba puntual, bajo la condición de no entrevistarle y pocas fotos.

Se le escuchaba decir “vamos niño, vamos niño…” motivando a los compañeros del equipo en busca del placer por el fútbol, y por eso el libro coincide Mágico González, el genio que quería divertirse.

Título agradable

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